2018 - 2019

2018-2019

Los ciclos son secuencias conllevan un inicio, un desarrollo y un final, esto es parte del diseño universal. En la naturaleza todo es cíclico, las estaciones, el nacimiento de las flores, los animales, el comienzo y el final de las relaciones.

A muchos nos aterra cerrar un ciclo y huimos de hacerlo, porque le tenemos mucho temor a encarar los fantasmas internos, esas voces que aparecen cuando estamos solos.

Hacemos un ritual de cierre de ciclo que concluyen porque de esta manera externamos aquellas emociones y experiencias personales; lo hacemos tangible, por ejemplo, con la escritura de cartas y —lo más importante— lo hacemos consciente.

Por su parte, cerrar ciclos con conciencia nos libera; nos permite poner punto final a una historia que, nos guste o no, debemos concluir para seguir evolucionando.

Asimismo, a través del ritual, vamos dando sentido a lo vivido y plantearnos frente al cuestionamiento de aquello que es realmente importante lograr en la vida y con quien compartir.

¿CÓMO HACER TU PROPIO RITUAL DE CIERRE?

No existe necesariamente un manual de “cierre su ciclo”, pero generalmente buscamos hacer tangible la experiencia y las emociones que ello implica, y colocarlas en el lugar donde deben estar: en las experiencias positivas o en lo que hay que desechar; luego, a través del ritual se da orden a las emociones correspondientes. Concluye el ritual con un compromiso personal de aceptar de manera proactiva lo que viene.

Y aunque no hay una fórmula perfecta, si hay algunas cosas que éstos tienen en común. Así que un ritual debe disponer de:

  • Tiempo es el principal factor, pues implicará meditar y para ello debes ir sin prisas.

  • Reflexión y valorar lo vivido durante el ciclo, el valor de las experiencias y las emociones vividas en cada momento.

  • Selección de lo funcional y lo no tanto, lo que quieres conservar y lo que quieres desechar emotivamente hablando.

Un elemento tangible como el papel, la naturaleza u otro objeto que te ayude a externalizar tu emoción y te permita hacerlo tangible: una vela, una cena de despedida, un baño con esencias, decirlo en voz alta, para mi es súper poderoso (recuerda que esto tiene por objeto que tu cuerpo y tu mente se involucren en el proceso, sin ninguna atributo mágico o supersticioso).

Soltar, a través de palabras, canciones o gesto alguno, despedir y agradecer por lo que fue, para dar entrada a lo que viene.

Toma una hoja en blanco, divídelo en dos partes iguales, marcando la división con una línea. En la parte superior izquierda pondremos el año que se acaba (en este caso el 2018) y en la parte superior derecha el año que llega (en este caso 2019).

En el 2018 pondremos una lista de aquello que queremos dejar atrás. Es decir, de esos elementos (personas, objetos, hábitos…) que no queremos que nos sigan acompañando en la nueva etapa que llega. Y 2019, pondremos una lista de elementos que queremos conseguir en el año que llega, donde pueden entrar todas nuestras aspiraciones (ejemplos: perder peso, conectarme con la vulnerabilidad, mejorar la relación con mi familia, viajar a otro país, vivir más ligera/o…).

Cada quien tiene una lista personal con deseo propios. Una vez escritas ambas listas, toca compaginarlas, identificando si existe un equilibrio. Por ejemplo, tenemos que preguntarnos, ¿realmente contamos con el tiempo material suficiente para hacer todo lo que queremos hacer?

Te invito a curiosear dentro de este año, observar desde distintos puntos de vista, recordar los grandes eventos, así como los pequeños detalles, como si fueran fotogramas.

¿Qué harías diferente?

¿Qué emociones has vivido más este año?

¿Cuál ha sido tu mayor aprendizaje?

¿Quiénes han sido tus maestros?

Si tuvieras que resumir el año en 5 palabras, ¿cuáles serían?

A manera personal te comparto que el 2018 ha sido un año colmado de retos laborales, personales, de soltar, fluir, movimientos bruscos, abrir, volver a cerrar, de ver una Saza con la que había soñado y hoy la puedo reconocer, lo que más me entusiasma observar, es que ha sido el año más amoroso de mi vida, gracias a ti amplié mi concepto de amor, me espejeé en tus miedos, dolores, tristezas, frustraciones, me conecté con tus logros y agradezco haberlos caminado contigo, porque quizá sin saberlo también me estabas acompañando a mí a mantener el alma en pie. Logré aceptar mi vulnerabilidad como habilidad, tanto que estoy aquí a escribiendo a dos segundos de la lágrima. ¡GRACIAS!

Sin ti esto no hubiera sido igual. Mi gratitud y cariño se quedan contigo.

Solo me queda decir, que espero tus deseos se cumplan porque ya fuerza, la valentía, ya están en ti, tanto en el año que llega como siempre que sea necesario.

“Es necesario cerrar capítulos de la vida para poder escribir nuevas historias”.
— Anónimo


Saza Ramirez1 Comment