Que tu objetivo sea ganarle a tu mejor excusa

Las excusas, nuestras grandes “socias”. Es mucho más fácil justificarnos ante los demás y ante nosotros mismos con una buena excusa. Son ideales para no sentirnos mal cuando no hemos logrado algún objetivo. Nos apoyamos en ellas de forma constante. Yo les llamo excusas tranquilizadoras, porque al contarla nos sentimos aliviados, nos aleja de la responsabilidad.

excusas

¿Qué son las excusas?

Las excusas son simples interpretaciones que hacemos de la realidad y cuando las grabamos en nuestros subconscientes se convierten en creencias. Nos impiden avanzar y llegar hasta donde queremos ir. Entre más la repitamos, más nos alejaremos de nuestro objetivo, pues llegamos a pensar que es cierto, y no lo es.

Creamos excusas no solo para exculparnos y buscar la validación externa, si no podemos evitar enfrentar lo que realmente significa una réplica para nosotros. Detrás de las excusas se ocultan miedos, falta de confianza y falta de compromiso con lo que decimos es importante para nosotros. Entre más demoremos en enfrentar lo que realmente nos bloquea, más tardaremos en llegar a donde queremos ir.

Hay muchas razones por las que no conseguimos esos objetivos, pero de todas ellas, hay cuatro típicas que podemos considerar excusas.

Estas son:

No tengo tiempo

No tengo dinero

I can't

No sé cómo hacerlo

Sin embargo, también es cierto que no podemos quedarnos sentados en estas excusas. Tiene que llegar un momento en que, en vez de estar anclados a esa idea de "no puedo, no sé, no tengo tiempo, es imposible para mí" hagas algo diferente. Algo que de verdad te sirva para avanzar en tus objetivos.

Te quiero compartir la pregunta mágica para pasar por encima de cualquier excusa. La pregunta que, si te haces repetidas veces y en diferentes condiciones, cambia radicalmente tu modo de pensar y, por extensión, tu realidad.

El primer pensamiento es: «No tengo dinero y por eso no puedo hacer esa maestría que me daría un impulso profesional«. En vez de quedarnos en este estado de ánimo, nos hacemos la pregunta mágica:

¿Y CÓMO PODRÍA TENERLO? ¿Cómo podría conseguir ese dinero?

Aquí podemos explorar diferentes opciones, sin miedo, haciéndonos preguntas y validando cuáles nos sirven y cuáles no. Por ejemplo:

¿Puedo ahorrar una pequeña cantidad de mi sueldo mensual? ¿Cuánto? ¿Y cuánto tardaría en reunir el dinero para la inscripción?

¿Puedo buscar un trabajo extra?

¿Podría pedir un préstamo al banco?

Lo mismo sucede en el caso en que pensemos «quiero llevar una vida diferente pero no sé por dónde empezar» La pregunta para fulminar esta excusa sería:

¿Y cómo podría saberlo?

¿Cómo podría obtener un mínimo de claridad para dar el primer paso?

De estas dos cuestiones nos pueden venir muchas ideas:

Tal vez me vendría bien un retiro en casa de fin de semana, con teléfono apagado, sin ver a nadie y solo un papel y una libreta, para contactar con mis deseos y evaluar posibles opciones.

Como verás, en todos los casos no se trata de llegar a una respuesta adecuada, sino de generar muchas respuestas, o muchas preguntas que conducirán a nuevas respuestas e ir probando las alternativas sin miedo.

Este es un proceso creativo, no rígido, por eso aléjate de la perfección y permítete explorar sin límites.

Te invito a abrirte a nuevas posibilidades. Si no te gusta dónde estás, muévete, no eres un árbol.

Saza RamirezComentario